El principio básico de una relación de pareja se da al plantearnos en el día a día, la siguiente interrogante: ¿Qué hago para ser feliz con mi pareja? Y si bien los requisitos fundamentales para el desarrollo de un amor maduro, son el compartir, sacarse las máscaras, ”ser”, compenetrarse con el otro, y darse tiempo para trabajar la relación, puesto que esa unión -supuestamente- ha sido elaborada sobre la sólida base del amor y la confianza, ¿Qué sucede cuando queremos o pensamos en “abrir” la relación? De hecho hay algo que falla aunque cueste reconocerlo. Y el fallo principal no es más que el desgano o el aburrimiento sexual, por mas que traten de vendernos la moto, aduciendo que la verdadera fidelidad es de corazón y no genital, de lo contrario se tendría follamigos en cualquiera de sus tipos.
En una relación homosexual cuando el sexo funciona bien, su importancia oscila en un 30%, pero si no funciona, puede llegar a afectar en un 90%. La pérdida del deseo comienza generalmente de forma gradual. En principio los besos y las caricias no resultan excitantes, pero sí muy agradables, se tiene sexo con mucho esfuerzo o de forma mecánica, etcétera. Por tanto el trípode de la relación de pareja: la unidad (quiero estar contigo), la exclusividad (sólo contigo) y la fidelidad (nada más que contigo), cuando llegan los desganos y apatías sexuales de uno a dos de estos pilares se van debilitando.
Y ¡Ojo! no es lo mismo una “Relación de Pareja Abierta” que una “Relación Poliamorosa”, ya que la primera se basa más en conectar con otros estrictamente para sexo por puro placer sexual, y el poliamor se centra en las relaciones amorosas, con énfasis en la conexión y la construcción de la misma. Por ende ambos tipos de relaciones tienden a ser muy diferentes en materia y cada uno tiene sus estereotipos sobre el otro.
Y como ya sabemos, la mayoría de nosotros tenemos facilidad de adaptación, el formar parte de una “pareja abierta” a algunos les hace creer que son originales o simplemente les suena muy “chic”. Pero también existen muchas personas que por temor a la soledad, soportan esta situación estoicamente alargando el tiempo entre relación y polvete, ya que les resulta más digerible tener algo “seguro” y esa pérdida del interés sexual, es más sencillo satisfacerla con otras personas sin temor a un posterior sentimiento de culpa o reclamo por infidelidad.
Sin embargo en las parejas abiertas existe un alto porcentaje que alguno de sus integrantes pueda desarrollar cierto gusto y afecto por otra persona con quien ha compartido o comparte eventualmente ratos sexuales. Pero no significa que se haya vuelto poliamoroso porque a menudo su par no lo llega saber. Así pues la nueva persona se convierte en algo parecido o igual a un amante clandestino, que puede en cualquier momento -si lo quiere- romper el vínculo de la pareja inicial y quizá le resulte mucho más sencillo.
Entonces, si sabemos que uno de los principales motivos por los cuales una pareja se “abre” literalmente, es el aspecto sexual, y si bien el sexo no es la parte más importante pero si es importante en cualquier relación, ya que es ingrediente básico para conectar con la pareja, ¿Cuándo se deja la conexión de lado? Y, si han vivido esa pérdida del interés sexual con alguna de sus parejas, ¿Lo han recuperado “abriendo” la pareja?
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