Mentalizamos desde siempre el clásico estribillo judeo-cristiano: “En la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza“ que pareciera que a muchos católicos y no católicos nos hace soñar, que en las peores situaciones tendremos a alguien especial que nos apoyé. Una especie de suerte “divina” que nos ayude a soportar estoicamente las putadas diversas que nos obsequia el día a día.. De esa manera idealizamos muchas cosas con la otra persona que ayudan a impulsar el deseo, las ganas, el afecto y la continuidad. Con el paso del tiempo, establecidas ambas partes, es normal que en ciertos momentos se produzcan altibajos que en base al amor recíproco, y sentido común se logran solucionar.
Raramente -a lo mucho que haya una diferencia considerable de edad entra ambas partes- lo último que se puede llegar a pensar es que alguno de los integrantes de la relación pueda adolecer de alguna enfermedad crónica o no. Aquí nuestro ideal de relación se trastoca así estemos muy enamorados, ya que se producen cambios importantes en el ritmo de la relación. Uno se encuentra en estado de debilidad y el otro no. Las pruebas de amor están a la orden, ya que se le suma la disminución de la actividad sexual, factor que se quiera o no ingredienta mucho una relación pareja.
La confianza juega un papel básico, ya que si se trastoca, aquel que se encuentra perfectamente saludable puede buscar suplir esa carencia con otra/s persona/s. Mientras que aquel que no lo está, genera un rechazo al otro porque cree que tiene “más libertad”, o por conceptos como“hace lo que le da la gana”, mientras yo tengo tales y cuales obligaciones, y él debe por obligación padecerlas conmigo.
Y es que desde una simple alergia hasta enfermedades infecciosas, congénitas, hereditarias, neuro-degenerativas o algún tipo de traumatismo, etcétera, pone a prueba de balas una relación. Pero no solo hay enfermedades físicas, también las hay mentales; ahí tenemos a los que diariamente son depresivos, infieles compulsivos, adictos al juego, a las drogas y al alcohol. Incluso los hay que suman ambas. Según un estudio de la University Medical Center Utrecht, el 20% de la población que son diágnosticados con alguna enfermedad que necesite tratamiento, generan trastornos mentales. En su gran mayoría estas personas diágnosticadas tienen familiares o parientes con estos trastornos, por lo que tienen episodios súbitos de miedo intenso, que se llaman crisis de angustia (ataques de pánico) que se acompañan de síntomas físicos (llantos, temblores corporales, ataques físicos o autolesionarse) además de los psíquicos (el miedo a morir o volverse loco, la sensación de encontrarse en una situación irreal, histerias, celos, intolerancia, soberbia desmedida o resentimiento compulsivo).
En cualquier caso la persona enferma muchas veces recibe atenciones y cuidados, por su pareja como prueba de amor, que lamentablemente si no hay la madurez adecuada, no se valora. Y aunque se puede sobrellevar, luego cansa. Las dudas, las desconfianzas o las pruebas de amor trastornado, muchas veces son alimentadas por terceras personas, lo que conlleva a que la pareja se sumerja en un vía crucis mental y emocional.
¿Pero por qué una enfermedad dentro de la pareja puede generar una crisis?
1. AMISTADES. Para las amistades de la pareja, aquel que padece una enfermedad les genera lástima y piedad, las cuales son bien recibidas por la persona enferma. Las palabras edulcoradas de los amigos son mas fáciles de digerir. Por ello aquel que es débil o alienado, en lugar de hacerse fuerte se sumerge en un mar de compasión.
2. FAMILIA. Se podría decir que es un punto bastante complejo y común, dependiendo del tipo de pareja:
- Parejas Heterosexuales: en parejas compuestas por una personas de diferente sexo, la mayor parte de las veces, uno quiere contar con el otro, en estos casos. La familia y los parientes son un apoyo importante, pero gozan más con la presencia del ser amado e hijos.
- Parejas Homosexuales: ya lo dicen algunos “los maricones no estamos preparados para soportar de todo”. Para muchos una relación de pareja, es una relación donde solo debe estar presente el goce y no las crisis. Desde un simple problema sexual que pueda surgir, a una enfermedad crónica, a la pareja lo ven como un rival, y
no como un ser querido, que también forma parte de nuestro núcleo familiar propio. En mayor medida si el afectado es joven, este decide recurrir a los padres y hermanos. Si la persona es adulto y la edad aprieta, entonces sucede el efecto contrario.
¿Qué hacer?
Dependiendo del tipo de tratamiento que reciba tu pareja, depende de uno mismo el esperar a que se encuentre saludable. Si son tres, seis, nueve o doce meses, etcétera, has de tener en cuenta si ese tiempo podrás sobrellevarlo. Si decidís estar cerca el uno con el otro, puede que el resultado sea beneficioso. Si os apartáis aunque estéis en contacto, definitivamente lo mejor será ir cada uno por su camino, aunque signifique una ruptura. Puede que al principio sea difícil, pero el tiempo que se pierde esperando un resultado, puede ser invertido en conocer a otras personas, y crearse nuevos proyectos de vida.
Y Vds.
Si vuestra pareja cae enferma, ¿Como lo asumirían?
¿Creen que no existe ningún mal que pueda afectar una relación a la corta o la larga?