domingo, 5 de mayo de 2013

Donde hay pelo, hay alegría


Hace no muchos años, si te depilabas, eras maricón. En plan despectivo. La depilación masculina estaba reservada para los deportistas y para los mariquitas. A veces ambos casos juntos. Con la aparición de los metrosexuales, la depilación pasó a ser también un hecho más o menos cotidiano en la vida de muchos heterosexuales.
A día de hoy uno de los grandes debates en la comunidad gay sigue siendo cut o uncut si gustan más depilados o sin depilar. Los fanáticos de las superficies lisas y pulidas. Pectorales brillantes, abdominales imposibles relucientes, tersas piernas de porcelana.
O los fanáticos del pelo, de la pelusilla. Esa línea de pelo que baja del pecho al ombligo para llevarte al oscuro objeto de deseo. Esas piernas naturales. Esas axilas sombreadas.

A mi, si me preguntan, prefiero el pelito. Si hay pelito no hay delito. Creo que no hay cosa que me de más grima en esta vida que un tío totalmente depilado. Y cuando digo totalmente, quiero decir to-tal-men-te. Ojo, que tampoco estoy a favor de las junglas tropicales cuya epidermis no ha visto la luz del sol desde la preadolescencia, eh? Arreglado, pero informal.
Por eso tengo ganas de que emitan el reportaje ‘Long & Short of Body Hair’ (traducible por ‘Lo largo y lo corto del vello corporal’) el próximo mes de abril. Ver tíos que se quitan hasta el más mínimo resquicio de pelo corporal…. menos la barba, cosa que me parece que no tiene mucho sentido. Pasando por el pelo natural, ay ese Ben Cohen. Para acabar por los osazos que tiene pelo hasta en la pupilas.
Como en gustos no hay nada escrito, a cada cual le gustará más o menos pelo, en más o menos sitios. Pero aunque sólo sea por ver el repotaje sin sonido y disfrutar de la variedad de torsos que se verán, creo que merece la pena.
¿Y a vosotros? ¿Qué os gusta más? ¿La depilación extrema? ¿El vello intermedio? ¿El chaleco de pelo?




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